Autobús

Hay un niño sentado en el autobús. Tiene una mirada inocente, con los ojos muy abiertos. Su rostro expresa tranquilidad y felicidad pura. Hay una chica de pie hablando con él. Ambos se parecen bastante: ojos grandes y oscuros, pelo rizado y rostro de porcelana. Tienen la nariz y las mejillas salpicadas por numerosas pecas que se pueden atisbar a lo lejos. 
El niño se ríe cuando la chica hace algún comentario. Se ve que están compenetrados y que hay confianza entre ellos. En la siguiente parada la chica se despide y se baja ante la sorpresa de los ocupantes del autobús. Todos habían dado por supuesto que eran hermanos. El niño le sonríe y mira hacia el otro lado cuando la chica ya ha abandonado el vehículo. Ella, en cambio, no se olvida para nada de él. A medida que el autobús avanza la chica baja por la calle sin apartar la vista del muchacho que, ajeno a lo que ocurre, mira distraídamente por la ventana del otro lado. La chica lanza miradas fulminantes a todos aquellos que observan al niño y que, a su parecer, quieran herirlo. 
"Esto" piensa uno de los pasajeros "debe ser la máxima expresión de amor posible".

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