#Seincomprendido

Todo empieza el primer día en el que vas a la guardería. Es una de las primeras veces en las que te tienes que relacionar con los demás niños. Miras a tu alrededor y ves que hay un niño jugando a tu juego favorito. Te acercas y te pones a jugar. Ya está: un amigo hecho. Fácil, ¿no?

Empiezas a hacerte mayor y la cosa no es tan fácil. Un par de palabras amables, un buen gesto y consigues un amigo. Y sois inseparables: vais a todos lados juntos, os reís, os quedáis a dormir en casa del otro. Sois los jinetes del apocalipsis. 

Luego llega la adolescencia y la cosa cambia. Mucho. Empiezas a ver que no encajas en todas partes, que hay cosas que antes te gustaban y que ya no te gustan. Hay gustos que duran un minuto. En medio de todo ese cambio, empiezas a ver que tus padres, quienes tenían toda la razón del mundo, también se equivocan. Cometen fallos que antes no habías visto. "Son humanos"piensas"es lógico". Aún así, el cambio es chocante. 

Empiezas a ver que el mundo cada vez está menos hecho a tu medida, que hay grandes obstáculos y que hay quienes te ayudan a superarlos (o al menos lo intentan). Y esas son las personas que más tarde te marcarán, de las que cogerás algo bueno y te lo pondrás. Sientes que esas personas te entienden más, pero no del todo. 

Y esa es una realidad: nadie te entiende completamente. Hay quienes entienden tus sueños, hay quienes entienden tus pasiones. Y a esos te aferras. Con ellos vives mil y una aventuras, como las que que salían en los cuentos que leías de pequeño. Tiene consecuencias inesperadas, pero no importa. Lo vives todo tan intensamente que cada segundo parece ser el último. Tienes un huracán de sensaciones encerrado dentro de ti. Y con ese sentimiento te lanzas al mundo, aún con la ingenuidad que poseías de niño. Entonces te hacen daño. Hombre, si te hacen daño... Y lloras, lloras como si se hubiese acabado el mundo, como si te estuvieras muriendo porque eso es lo que sientes.

También llega el momento en el que encuentras a alguien que parece entenderte mejor que el resto de personas del mundo así que te acercas. Te aproximas y ves que tú también le entiendes. Allí nace un lazo muy fuerte, un gran soporte. Sientes que durará toda la vida, que no tendrás más preocupaciones. Pero hay veces en las que ambos extremos tiran demasiado y el lazo se rompe y, en consecuencia, tú también. Te rompes en mil pedazos y los recoges tú, con algo de ayuda, pero poca. 

Debes sonreír, no debes estar triste. Así que te vas guardando el dolor que sientes, la rabia, el miedo, porque te han enseñado que no está bien dejarlo salir. Y un día explotas. Lo dejas ir todo, simplemente. ¿Quiénes te escuchan? Los que te quieren. Y ves que les preocupas. Así que debes recoger toda la mierda y volverla a juntar. Lo has pagado injustamente con ellos, debes devolvérsela a quienes te hirieron sin importarles nada. Finges tu mejor sonrisa y andas por el mundo con la pose de ser invencible tan típica de los adolescentes. Pero es cierto, somos invencibles. Así te vas encontrando a todos los que te hicieron daño y los arrollas con tu sonrisa, porque no pueden contigo. O no tienen que poder contigo. Entonces la gente que está en tu camino cambia; algunos vienen, otros se marchan. 

A la par, vas enterándote de como va el mundo. Ves que está plagado de injusticias, que los de arriba siempre ganan. Luchas por ello y pierdes. Aprendes a perder, a aguantar el dolor que te producen las heridas y a seguir adelante. Defiendes lo que crees, haces lo posible por hacer del mundo un lugar más justo, pero te intentar derrumbar constantemente. 

De esa manera aprendes a vivir y aprendes a ver que no todo es blanco o negro, sino que también hay grises. Y, en ese momento, sonríes. 




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Si os ha gustado mi escrito, debéis leer este de aquí arriba. 

Comentarios

  1. Este blog no sólo es el amanecer de los recuerdos, sino de la vida. Vivir es crecer en todas estas experiencias, duras muchas veces.

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  2. Gracias por escribir esta entrada tan alucinante y por mencionarme.
    Besos :)

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    1. Gracias a ti por darme la idea. ¡Sigo tu blog! Estaré pendiente de tus nuevos relatos.
      Besos:)

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