Escenario
Entre bambalinas su corazón repiqueteaba con fuerza en su pecho. Nerviosa, iba trazando pequeños círculos con su pie derecho. Llevaba semanas preparándose para ese día y era lógico que estuviera nerviosa. No se jugaba nada pero se lo jugaba todo a la vez. Podía salir allí y clavar las notas o podía hacer el ridículo. Todo dependía de ella. Aunque sabía de sobras que no estaba sola. Otro miembro del elenco la abrazaba por detrás y le susurraba al oído que todo iría bien. Su amigo, el soporte inquebrantable que la ayudaba en sus peores momentos y que la hacía disfrutar como nunca en los mejores momentos. Y así, meciéndose en los brazos de esa potente amistad, su respiración se normalizaba.
Llegó el momento de prepararse para salir a escena y se separaron. Ella buscó su mirada y el le sonrió cálidamente. Irguió la espalda, esbozó una sonrisa y echó a andar hacia el centro del escenario fingiendo paso decidido. Solo se oía el ruido de sus tacones en la sala que estaba sumida en la penumbra. Solo podía distinguir el lugar en el que estaban situados los técnicos de sonido. Una vez llegó al centro, cogió su falda y su cancan, y entonó la primera nota a la perfección. La música sonó y ella movió su cancan al compás. A medida que avanzaba la canción, se iba tranquilizando y soltando.
Cuando la actuación finalizó y las luces de la sala se encendieron, se sorprendió al ver a un público entregado aplaudiendo su trabajo. Había valido la pena todo lo que había hecho hasta llegar allí.
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