Creé este blog cuando tenía 11 años. Si váis a las primeras entradas que tengo, observaréis el blog de una niña de 11 años, risueña y con imaginación, que trataba de quedarse un trocito de esta inmensidad que es Internet para colgar sus propios escritos. Con el tiempo, el contenido fue madurando y creciendo conmigo, y pasó a tratar historias inventadas o aspectos más emocionales. Actualmente, no me siento tan cómoda publicando esta clase de contenido por aquí. Quizás algún día reaparezca este estilo de escribir o esta manera de comunicar, pero, por ahora, voy a dejar eso atrás. Esta entrada no es para despedirme de un proyecto que he mimado tanto, al contrario; es para darle una vuelta de tuerca y reconvertirlo en aquello que más me interesa hoy. Por respeto a mi yo de hace unos años y por nostalgia, voy a mantener todo lo que publiqué en su sitio, no voy a tocar nada. El nombre del blog también va a permanecer como está. Sin embargo, el contenido va a cambiar completamente. ...
Desde que empecé a estudiar la división celular en la escuela, siempre me han dicho que existen dos tipos de división celular: la mitosis y la meiosis. La mitosis es la más frecuente de las dos; contínuamente nuestras células se dividen por mitosis. De una célula, obtenemos 2 células hijas idénticas. La meiosis es un poco más compleja. En la escuela me explicaron que sucedía con los gametos y que, tras pasar por dos divisiones meióticas, una célula se convertía en 4 células hijas con la mitad de dotación cromosómica que la madre y distintas entre ellas. Nos decían que funcionaba igual tanto para óvulos como para espermatozoides. Al llegar a la universidad y estudiar la meiosis en clase, me he dado cuenta de varias cosas. La primera es que los "óvulos" no existen. Un óvulo es una célula reproductora femenina que ha acabado la meisosis. Sin embargo, las células reproductoras femeninas que, por ejemplo, produzco yo NUNCA acaban la meiosis. Si la célula no es fecundada, no...
Todo empieza el primer día en el que vas a la guardería. Es una de las primeras veces en las que te tienes que relacionar con los demás niños. Miras a tu alrededor y ves que hay un niño jugando a tu juego favorito. Te acercas y te pones a jugar. Ya está: un amigo hecho. Fácil, ¿no? Empiezas a hacerte mayor y la cosa no es tan fácil. Un par de palabras amables, un buen gesto y consigues un amigo. Y sois inseparables: vais a todos lados juntos, os reís, os quedáis a dormir en casa del otro. Sois los jinetes del apocalipsis. Luego llega la adolescencia y la cosa cambia. Mucho. Empiezas a ver que no encajas en todas partes, que hay cosas que antes te gustaban y que ya no te gustan. Hay gustos que duran un minuto. En medio de todo ese cambio, empiezas a ver que tus padres, quienes tenían toda la razón del mundo, también se equivocan. Cometen fallos que antes no habías visto. "Son humanos"piensas"es lógico". Aún así, el cambio es chocante. Empiezas a ver qu...
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