Bailando bajo la lluvia, las preocupaciones desaparecen y los sueños empiezan a parecer más reales... Aquella mañana me desperté perezosamente, no me apetecía hacer nada. Los últimos días habían sido muy duros y necesitaba desconectar más del mundo, dormir más. Pero mi cuerpo no tenía los mismos planes: él ya había descansado suficiente. Cuando al fin conseguí levantarme me dirigí al cuarto de baño y observé preocupada mi rostro. Esas ojeras no serían fáciles de borrar con una simple capa de maquillaje. Intenté arreglarme como pude y cuando mi cara y me pelo fueron decentes, salí del baño con mil y una cosas en la cabeza. Me vestí con la ropa que me había preparado el día anterior sin prestarle demasiada atención. Sinceramente aquel día me daba igual si iba combinando colores o no. Desayuné sin ninguna gana y me monté en el coche con cara de desilusión. Aquel era uno de los peores, sin duda. Encima para acabar de arreglarlo todo, el cielo estaba nublado. Si hubiera habido un mín...